Cultura talayótica de Menorca

Cultura talayótica

La cultura talayótica de Menorca se desarrolló un determinado periodo prehistórico -que se suele corresponder con lo que comúnmente se denomina la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.

En concreto, esta cultura tan marcada por sus propias peculiaridades tiene lugar en lo que los griegos llamaban las islas Gimnesias, es decir Mallorca y Menorca, aunque es en esta última donde se encuentran la mayor parte de estos vestigios.

Menorca conserva un verdadero museo al aire libre repleto de monumentos prehistóricos únicos en todo el mundo, que cuentan con su propia candidatura como Patrimonio de la Humanidad reconocido por la UNESCO. Son múltiples los yacimientos arqueológicos, más de 1.500, en un superficie de apenas 700 kilómetros cuadrados, que muestran cómo se vivía en la isla en tiempos tan remotos.

En Menorca están documentados los asentamientos humanos desde al menos 2.100 años antes de nuestra era

Historia de la Cultura talayótica de Menorca

Esta denominada cultura talayótica (que toma su nombre de una de las construcciones más características de la época, el Talayot) comprende los usos, costumbres y técnicas de todo tipo, incluida la constructiva, con los que se desarrolló la vida de esos primitivos pobladores de la isla hasta la conquista romana, cifrada en el año 123 a. C.

Durante esos dos milenios la forma en que vivieron los seres humanos en Menorca fue cambiando de modo gradual. Si los primeros habitantes vivían de forma seminómada, pastoreando con sus rebaños y recolectando la comida que encontraban, según pasaron los siglos fueron asentándose en comunidades que se dedicaban básicamente a la agricultura y dejaban su huella transformando el medio que les rodeaba.

Para comprender esa evolución se han tratado de establecer diferentes periodos que puedan de alguna manera diferenciar las fases de un lapso tan enorme de tiempo. 

Aunque hay distintas versiones, se suele coincidir en que aproximadamente entre 2100 – 1600 de antes de nuestra era se desarrolla una etapa en la que los pobladores de Menorca convivían en pequeños clanes y vivían de forma seminómada en pequeñas cabañas o cuevas naturales.

De esta época se conservan dólmenes con función funeraria como los de Roques Llises y Montplà.

En un segundo periodo, entre 1600-1050 a. de C. la población se va haciendo sedentaria y se dan las primeras siembras de cereales a la vez que se inician actividades como la metalurgia o la minería. Ya se empiezan a construir casas en forma de nave invertida que desembocarán en la naveta, edificio de enterramiento colectivo. 

Desde 1050 hasta 123 a. de C., cuando se produce la invasión romana, se suceden tres periodos catalogados como prototalayótico (1050-850), talayótico (850-550) y postalayótico (550-123)

Durante el primero de ellos la población se va agrupando en núcleos mayores y es la época de la plenitud de las navetas, de las que podemos contemplar buenos ejemplos en la famosa naveta des Tudons o las de Rafal Rubí. 

El segundo es el periodo de florecimiento de los talayots, ya que se construyeron la mayor parte de los 300 que se conservan actualmente, destacando entre ellos los de Torelló, Trepucó o Cornia Nou. 

En el tercero de estos periodos, el postalayótico, se va imponiendo el recinto de taula como vertebrador religioso de los poblados, quedando magníficos restos de ellos en los yacimientos de Trepucó, Torre d´en Galmés, Torralba d’en Salort o Talatí de Dalt

De esta última fase son las necrópolis construidas en grandes cuevas de carácter artificial, excavadas en la roca, como las de Cala Morell o Cales Coves.

Las huellas más perdurables de la existencia de toda esta extensa cultura se pueden observar en los restos de sus edificaciones que se han conservado hasta nuestros días. 

Aparte de las casas circulares que forman el hábitat privado en los poblados rodeados de su correspondiente muralla, las construcciones megalíticas más características de este periodo son las navetas, las taulas y los talayots

Todos ellos construidos siguiendo la denominada técnica ciclópea, que consiste en encajar piedras de diferentes tamaños sin ningún tipo de argamasa que las una entre sí. 

Las rocas podían ser utilizadas en bruto, pero en muchas ocasiones las piedras están trabajadas para hacer los sillares. Es una técnica compleja que requiere mucho esfuerzo por el acarreo y manipulación de rocas de gran tamaño y peso.

Las navetas

Naveta cultura talayótica

Las navetas no se pueden encontrar en ningún otro lugar de mundo, siendo algunos de los edificios más emblemáticos de la isla. Con una peculiar forma de embarcación invertida (de donde le viene el nombre), eran construcciones funerarias de piedra destinadas a albergar múltiples individuos, junto con sus correspondientes ajuares funerarios. 

El ejemplo más famoso por su monumentalidad y buen estado de conservación es la naveta des Tudons, cerca de Ciudadela.

Los talayots

Talayot

Los talayots son otra de las construcciones características de esta cultura megalítica, los edificios más altos que erigieron y los más numerosos (más de 300). Suelen tener la forma de torres troncocónicas edificadas con piedras apiladas entre sí, formando anillos concéntricos. 

Se supone que su función principal era defensiva, como atalaya desde la que tener una buena visibilidad de los alrededores. También se convirtieron en un elemento de cohesión social del grupo y una demostración de poder y dominación. 

Hay una tipología muy variada de talayotes. Aunque los más abundantes son de planta circular, también se han encontrado algunos de base cuadrada o rectangular. Algunos alcanzan hasta nueve metros, contando con varias cámaras interiores, con columnas que sostienen los pisos superiores.

Las Taulas

Taula cultura talayótica

Los recintos de taula pertenecen mayoritariamente al periodo postalayótico y se configuran como espacios con forma de planta de herradura sin que se haya llegado a establecer de forma concluyente si eran edificaciones cubiertas. 

En cualquier caso, lo que más destaca en ellos es la característica taula (que significa mesa y hace referencia a su forma), una figura con forma de “T” constituida por dos grandes losas, una vertical (denominada piedra soporte) y otra horizontal (denominada piedra capitel) apoyada sobre ella.

Parece ser que eran el centro de rituales religiosos que incluían sacrificios de animales y otras actividades simbólicas, con la utilización del fuego como importante elemento ritual, purificador y regenerador. También se han encontrado gran cantidad de restos de ánforas que parecen indicar una importante función del vino dentro de esos rituales.

Deja un comentario